Nunca he creído que el CACIF ejercía un poder feudal sobre “la finca” de Guatemala, como he leído a muchas personas manifestar en sin fin de columnas y discursos. Es innegable la influencia que tuvo CACIF en muchas decisiones que se tomaron a nivel de gobierno con el fin de salvaguardar sus intereses. Sin embargo, el CACIF, fue creado para proteger los intereses de sus agremiados. Igual que Joel vela por los maestros.
Mucha gente no reconoce, que el “poder” que ostentó el CACIF,
ha disminuido de forma significativa. Muchos siguen pensando que aún lo tienen.
Lo aquí afirmado no significa que el CACIF no tenga un grado de influencia en
estos tiempos, pero es realmente marginal comparado al que antes tenía.
¿Quién ha substituido ese poder de influencia? Pues es claro que el crimen organizado o
poderes paralelos. El columnista Mario
Fuentes Destarac define a este grupo como la cleptocracia. Dicha cleptocracia controla las instituciones
del Estado en el Ejecutivo, Legislativo
y Judicial. Estos órganos del Estado se
encuentran secuestrados por ellos y año con año consolidan su influencia y
poder, manejando redes interinstitucionales, comprando a la clase política a su
antojo, para poder seguir robando y
dilapidando cada centavo que puedan. Garantizan la impunidad infiltrando a
miembros de sus redes en puestos a todo nivel en el sector justicia.
Los hechos matemáticos son ineludibles. El Estado recaudo 46 millardos de quetzales el
año pasado. La propia vicepresidente
reconoce que de los 46 millardos se pierde al año más de 15 millardos en
corrupción, dejando al Estado de Guatemala 31 Millardos netos. Si a esto
sumamos lo que la Comisión Nacional para la Prevención y Combate de la Defraudación
Aduanera y el Contrabando (Conacon) calcula que la defraudación aduanera no es
menos de Q12.4 millardos obtenemos cifras exorbitantes.
Este dinero permite a la cleptocracia controlar hoy por hoy
el país y obtienen en bruto casi lo que el propio Estado recauda anualmente.
Esto sin tomar en cuenta otros formas criminales de obtener dinero como drogas,
la trata de personas, etc.
El CACIF no puede competir contra ese capital. Ellos no tiene la capacidad financiera para
patrocinar las campañas políticas como lo hacen los Cleptocratas. Al fin de al cabo, el financiamiento de
políticos y comisiones, es de las pocas inversiones que el Cleptocrata necesita
para poder garantizar el flujo proveniente de robo sistemático al Estado.
Esto “hoyo” presupuestario crea un ausencia del Estado en las
áreas más necesitadas del país, lo que
provoca que ese vació sea llenado por ONG’s que no simpatizan con el sistema
capitalista, por ende no simpatizan con el CACIF.
Esto se convierte en cuchillo de doble filo para el CACIF. Los inversionistas tienen que aportar mucho
capital a las comunidades necesitadas para lograr hacer los proyectos
hidroeléctricos, mineros o de agroindustria que desean; pues el Estado ausente
por corrupción no atiende las necesidades mínimas de la población. Para el
colmo las ONG’s le echan la culpa de la miseria de la población al CACIF,
porque no pagan impuestos suficientes y bajo esa influencia, la población de
las comunidades ve con mucha desconfianza al inversionista (CACIF).
La cleptocracia es
como un síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) para el Estado y la Nación ya que se autodestruye.
Infecta, controla y neutralizar todas las instituciones de autodefensa del
propio Estado, como el virus destruye el sistema inmunológico del cuerpo.
Cleptocracia, como la venezolana, es el
modelo del socialismo del siglo XXI Latinoamericano.
La posibilidad que en Guatemala quede un cleptocrata tipo
Hugo Chávez que se quiera robar todo, no es lejana, usará al CAFIF como
chivos expiatorios y expropiará todo. Sorprendentemente el CACIF se encuentra
muy distraído y dividido ante la amenaza
en que se encuentra el sistema que da sustento a la “libre empresa”.