“La perdida de la
visión, es de alguna manera, la perdida de la razón que construye. Si toda la
sociedad se vuelve ciega en ese sentido, si olvida la solidaridad, el deber, el
respeto, se convierte en una especie de nido de serpientes. De ocurrir esto, la
ceguera metafórica impera. Yo creo que la genta se está volviendo ciega porque
no se esta dando cuenta de que nuestra manera de vivir es totalmente errónea y
nos lleva al desastre que se podría producir si continuamos por el camino en
que nos encontramos. Yo no creo ser catastrofista, pero no doy nada por el
mundo dentro de cincuenta años.”
Cualquiera pudiera definir a Saramago como profeta de
nuestros tiempos, a pesar de su ateísmo. Ve lo que nosotros no vemos o nos
negamos a ver. Puede ver lo que va a
suceder, pero no por revelación divina, sino porque es alguien que puede leer
los signos de los tiempos y además conoce la historia del ser humano, por lo
que solo conjuga la ecuación que da como resultado: la autodestrucción.
Explica Gonzales Buelta S.J. sobre la obra de Saramago que “Es una metáfora del abismo hacia el que se
dirige una sociedad que no ve la realidad generadora de muerte que tiene
delante de los ojos, pero es también una
llamada a mirar de otra manera.”
En Guatemala estamos acostumbrados a criticar a los
políticos, a los gobernantes, a los congresistas, a los jueces y magistrados, a
los fiscales, a todos sin clemencia. Pero
nunca, ni por un segundo, podemos considerar que lo que sucede en el país es también por causa nuestra, ya sea por
inacción, ceguera o miedo. Somos incapaces de pensar que a Guatemala la estamos
llevando, nosotros mismos, al abismo.
En nuestra mente, sí aparece, la borrosa imagen de que la
situación es insostenible, pero por culpa de los otros, los que nos gobierna,
jamás pudiera ser mí culpa. ¿En qué tipo de seres humanos nos estamos
convirtiendo? ¿Qué clase de personas somos al no ser capaces de reconocer
nuestra responsabilidad en todo este asunto? ¿Qué sociedad le dejaremos a
nuestros hijos?
Culpar de nuestros males al grupúsculo que nos gobierna y
contentarnos con la critica que se les hace,
como una estrategia para lograr un cambio, es suicida. El reproche constante que se hace en
Guatemala a los demás, es como dice Saramago: “la perdida de la razón que construye”, ya que no aporta a nada
realmente. Lo único que se logra es que
la epidermis de nuestros políticos se vuelva más gruesa.
A Guatemala la estamos crucificando la mayoría de sus
ciudadanos “de bien” porque no
actuamos, ya sea por ceguera, miedo, indiferencia o su conjunto. Callamos de
forma culposa y cómplice al no involucrarnos, al no ser solidarios. No queremos
entender y comprender el deber que tenemos a actuar y luchar por un país digno,
justo y con oportunidades para todos. Estamos
llamados hacer y construir un país diferente. No podemos seguir sobreviviendo y
tolerando tanta injusticia y corrupción. Guatemala merece que luchemos por
ella. Nuestras familias necesitan que luchemos por ella.
Que Jesús, en esta navidad, nos haga el milagro, nos de el
regalo, de volver a ver las cosas como son. Que ver signifique ser ciudadanos
responsables, valientes y dignos. Que ver nos permita velar por el bien común,
como única y verdadera garantía de velar por nuestra propia familia y su
futuro.